10 de diciembre de 2011

....Murió.
... hace tiempo que anhelaba mucho tener no una mascota si no un amigo en casa, alguien con quien compartir algo; quería un perrito blanco, pequeño, de raza y obediente. Nunca tuve concedido mi deseo pero Dios me envió a un Angelito aún mejor, no cumplía ningún requisito, era negro, corriente y escandaloso, pero iluminó mi corazón con su existencia. Lo encontré ahí abandonado en medio del frío  temblando de pura soledad, con gritos de Piedad, con apenas escasas horas de nacido; alguien lo había arrebatado de su madre y lo había abandonado en la calle. Decidí llevarlo a casa, no tenia ni idea de como le iba hacer pero estaba segura de que lucharía por él. Le conseguí una mamila, leche, le acondicione una cuna, unas cobijitas y se quedaba conmigo. En la noche lloraba porque tenia frío y me despertaba para que lo subiera conmigo a la cama, dormía conmigo,  siempre buscaba a su mama entre todas las cobijas y cuando no la encontraba regresaba y se acurrucaba junto a mí; casi no dormía porque me despertaba si tenia hambre y a veces no quería dormir,  pero valía la pena.
 Cuando iba a la escuela y hacia mucho frío me daba miedo que se entumiera así que le di permiso de quedarse en mi cama, aun no abría sus ojitos y no caminaba tampoco, cuando volvía estaba en el mismo lugar, pero un día cuando volvi y lo busque no estaba en la cama y me volví loca buscándolo, pensé en lo peor,  pero cuando menos lo espere chilló y estaba metido debajo del arbol de navidad, acurrucado en un oso de peluche, ¡se había caido de la cama!, entonces mi corazon volvio a latir porque él estaba ahí. Todos los días lo sacaba al sol y ahí dormia un rato, estaba pequeñito pero cuando tenia frio buscaba la manera de meterse en las mangas de mi chamarra para quedarse dormido, tambien le gustaba meter su cabecita entre mis manos y quedarse ahí... cuando hacia tarea tenia que prenderle un foquito para estuviera a gusto y no llorara de frio... sentía que era un cachorrito único y ya me lo imaginaba corriendo y jugando conmigo, quería verlo crecer, me encariñe demasiado con él, me ilusionaba tenerlo conmigo en casa, cuando volvía lo primero que deseaba escuchar era su ruidito... Extrañaba mucho a su mamá pero yo lucharía por él  y él por sí mismo...
Hacia tiempo que no tenia algo que me moviera tanto el mundo, que me llenara de tantas cosas hermosas, que me hiciera sentir completa.
 Un día amaneció enfermito,  cuando volví a casa ya  no escuché ese ruidito, había muerto, no habia pensado en su muerte hasta ese momento y me costó asimilarlo, lloré de coraje, de impotencia pero ya no estaba conmigo.
Tal vez para alguien sea tonto pero para mí fue una experiencia hermosa  y  lo extraño mucho...

2 comentarios:

Tesa dijo...

Qué triste.
En los albergues de animales hay muchos perritos huérfanos esperando ser adoptados.
Quizá podrías encontrar -y ayudar- a otro amiguito allí.

VivisPato dijo...

Esa es una de las razones por las cuales, a mi no me gusta tener mascotas...uno se encariña y si les pasa algo uno siente que no dio lo suficiente por ellos. =/